Sería estupendo saber con antelación el momento justo en el que una oportunidad, LA OPORTUNIDAD, va a llegar y llamar a tu puerta. Poder anotarla en la agenda: día “d”, a las “x” horas, asunto: “hacer caso a la fantástica ocasión que se me presenta”.
Pero obviamente no podemos hacerlo. O tal vez sí.
Supongamos que en vez de hacer frente a esa hipotética oferta, tuvieras una cita para una entrevista de trabajo, una comida con un posible cliente, una reunión de trabajo en la que presentar tu proyecto… ¿a qué irías con todas tus ganas, tus fuerzas, cargado/a con un gran saco de persuasión, aprendizaje, e improvisación estudiada?
Estoy convencida de que has respondido con un sonoro sí.
Porque cuando sabemos que debemos dar lo mejor de nosotros mismos, presentarnos y hacerlo de manera convincente, hincamos codos y como un estudiante disciplinado, nos ponemos a ello, preparando con esmero nuestro discurso, nuestras credenciales, ordenando nuestro pensamiento, fijando el objetivo, poniendo el foco en lo que queremos conseguir de ese encuentro.
Pero la oportunidad normalmente aparece sin avisar y lo que es peor, puede pasar de puntillas, desapercibida. Suele materializarse transcurrido el tiempo, cuando a la mente de alguien y ante una situación concreta aparece tu nombre.
Conseguir que esto suceda depende en gran medida de ti. De las miguitas de talento que vayas dejando por el camino. De la huella que imprimas en los demás por breve que haya sido tu encuentro con ellos.
Y es que no solemos dar demasiada importancia a situaciones cotidianas, estupendos semilleros de propuestas donde hacer posible que posteriormente germinen.
Cuando tomando un café un compañero de trabajo te pregunta en qué andas liado/a, o a la salida del metro coincides con el responsable de otro departamento que así como sin venir a cuento te estampa que conoce el proyecto en el que participa tu departamento, o a la hora de la comida alguien que te lanza unas dudas sobre cómo mejorar su perfil en LinkedIn porque sabe que andas muy puesto/a en eso de las redes sociales…
Si no tienes una buena respuesta preparada, seguramente responderás:
a. Con una frase breve y sin transmisión de información relevante.
b. Con un discurso inconexo en el que mezcles la respuesta concreta a la pregunta lanzada, más un sinfín de frases de adorno donde como un auténtico batiburrillo… intentarás explicar que aunque estás en contabilidad lo que a ti realmente te mola es diseñar páginas web; el mensaje será tan lioso, que créeme, tu interlocutor no se detendrá en desliar tu madeja.
Otra ocasión perdida, o mejor dicho, no utilizada, que viene a ser lo mismo pero con matices.
Y por eso, de casa uno ha de salir con la lección aprendida y preparada.
No se trata de convertirse en spam, en el pesado/a de turno que cuenta sus batallitas a todo bicho viviente; se trata de que primero TÚ tengas claro lo que quieres, para posteriormente hacerlo visible A LOS DEMÁS.
Trabajar en este proyecto será tu mejor inversión. Su resultado lo podrás explotar de diversas maneras todas ellas coherentes, lo que te hará presentarte al mundo de una manera auténtica y convincente.
Si quieres que la próxima oportunidad no te pille desprevenido/a, ponte a trabajar:
Tú eres algo/alguien más que tu nombre y el puesto/profesional que ocupas.Conócete, descubre lo que haces realmente bien, en lo que destacas y también analiza lo que te falta para poder hacer realidad ese “sueño”. Los demás verán la punta del iceberg, pero tú has de ser capaz de trabajar en lo que lo sostiene, para hacerlo creíble. Intenta transformar en valor lo que haces.
Define claramente tu objetivo, lo que quieres conseguir. Parece fácil, pero no lo es. Has de invertir tiempo y esfuerzo. Definir la meta a alcanzar y las fases que te llevarán a conseguirla. Escríbelas. Entrena.
Ya sabes quién eres y lo qué quieres, bien, ahora toca el turno a explicar qué puedes hacer por los demás, cómo les puedes ayudar, por qué tú y no otro ha de ser el elegido/a. Es tiempo de concretar tu propuesta de valor, de tenerla clara. Se honesto/a, no intentes vender humo. Analiza a tus clientes potenciales ya que deberás adaptar tu mensaje a cada uno de ellos. El núcleo duro (lo que tú haces de manera diferente, en lo que eres realmente bueno/a) será el mismo, pero el cómo lo haces será lo que tengas que modular en cada circunstancia. Diseña un discurso tipo y discursos alternativos y una vez más practica.
Con todos los ingredientes, prepara una fórmula sencilla y de rápida digestión, que permita a tu interlocutor entenderte y recordarte cuando ya no estés presente. Ten en cuenta que de la conversación que mantengan contigo: Después de 1 hora, sólo recordará el 50% de lo que le dijiste (y eso si consigues despertar interés y atrapar su atención). El 20% quedará en el olvido más absoluto después de 1 día. Sólo el 10% de tu discurso será recordado al cabo de 1 semana. Por eso es muy, muy importante la elección de las palabras clave en ese discurso que tienes que tener preparado, memorizado y naturalizado.
Porque al final esas pocas palabras recordadas y las sensaciones transmitidas, serán las que unan tu nombre, una situación y la posible solución, es decir TU OPORTUNIDAD.
¿Tienes preparado tu propuesta de valor para afrontar las diferentes oportunidades que te surgirán en el día de hoy?
Licenciada en Ciencias Económicas y Empresariales (especialidad de Marketing) por la Universidad Autónoma de Madrid, especializada en Gestión de Personas a través de un postgrado en Gestión y Desarrollo de RRHH por Colegio de Psicólogos de Madrid.
Más de 15 años de experiencia ocupando puestos de responsabilidad en Recursos Humanos dentro del sector sanitario avalan su trayectoria profesional. Isabel ha sido Responsable de Gestión de Personal del Hospital Universitario de Fuenlabrada (Madrid), donde actualmente es Coordinadora de Calidad del Área de Atención al Paciente. Labor que compagina ayudando a profesionales y microempresas a encontrar su propuesta de valor, a descubrir su talento y a utilizar el entorno 2.0 para desarrollar y potenciar su marca (personal/empresarial).
En su blog personal escribe sobre Recursos Humanos, desarrollo personal y coaching. Puedes contactar con Isabel a través de su cuenta de twitter.
Como siempre, muy interesante. Enhorabuena y gracias por compartir esta información tan tan útil! 🙂
Gracias Isabel!!! Me alegra mucho que el contenido te resultara útil, de eso se trata. Saludos
Isabel, estupendo post gracias por compartirlo.
Efectivamente el valor diferencial es cuando vives y lo das todo como si fuera a ser tu oportunidad, no funciona si solo reaccionas cuando crees ver una oportunidad, no estas preparado y pasa de largo.
Gracias a ti Victoria!
Es cierto que hay que cambiar el enfoque, porque en general da pereza prepararse para algo que no sabes cuando llegará (porque si lo haces bien, llegar, llega). Y cómo tú dices ese es precisamente el valor diferencial.
Podríamos resumir este magnífico artículo en una frase: al saber le llaman suerte. Y es que nada es por casualidad y lo cierto es que las oportunidades se ven cuando estás preparado para verlas y se aprovechan cuando no sólo las ves, sino que las agarras. Se pierden cuando te pillan a contrapié, cuando no te has molestado en estar alerta y preparado.
Gracias por el artículo, Isabel.
Azucena
Mil gracias Azucena!!
Totalmente de acuerdo contigo. Si nos preparamos mentalmente y nos ponemos «las gafas de ver» esas oportunidades estarán ahí porque las atraparemos aunque pasen rozándonos. Como bien dices, no es cuestión de suerte, es cuestión de actitud.